Son cinco caras de mí mismo las que en este álbum muestro. No son las únicas pero sí las más importantes en la actualidad, contando que dos de ellas sólo habían aparecido en estas últimas décadas bajo forma de remixes.
Hubo un tiempo en el que firmemente creía que cada proyecto musical en el que participaba, debía de estar completamente alineado y asociado a un sonido y estilo muy determinado. Ello equivaldría en la práctica a tener casi un proyecto distinto por cada tema o al menos por cada álbum.
En la actualidad, el funcionamiento de la mayoría de Netlabels parece dar la razón a esta tesis. Se ha fragmentado tanto el panorama sonoro y cada sello se ha especializado tan profundamente, que en cada uno encontramos un “microestilo” que en ocasiones es característico de un solo artista, y que particularmente a mí, me da muchas veces la sensación de que lo que contiene en realidad son sólo variaciones sobre un mismo tema.
Por más que quiera insistir hoy en día en separar mi trabajo actual en cinco caras que reflejen estilos distintos, mi música tiene muchos tics y giros comunes a todos ellos, que tarde o temprano identifican a mi sonido más allá de esas cinco “etiquetas”.
No obstante, me gustaría dejar claro que son parte de proyectos distintos y que obedecen a ideales y tendencias también distintas. Aunque actuales, los puedo identificar fácilmente con etapas concretas de mi vida.
Le Desma pretende ser todo aquello que me chiflaba en mi adolescencia y que no pude hacer. New wave, synth pop, techno disco, high energy, new romantic. Entre 1979 y 1986 imperaron estos estilos y yo vibré con ellos. Quise formar una banda. Pero yo, que tenía entre 12 y 19 años, no poseía ni los medios ni tampoco la experiencia necesaria por más que, intentos los hubo.
Big Ken representa la continuación de “lo que fui a finales de los 80s y primeros 90s”. Con algo de medios y experiencia me acerqué a estilos como el Industrial y E.B.M. con los que ya me mostré al público con desigual éxito y fortuna. El nombre de Big Ken, proviene de mi paso por The Barbie Lovers (aka Brainstorm en los 80s)
Loudness sería “lo que fui o intenté ser a finales de los 90s” influido por el dance, el acid house, la música tribal, psicodélica y obsesiva que inundó las pistas de baile. Una mutación de Overdose que a mediados de los 90s iba ya en esa línea.
TECIB es lo que “mayormente soy”, o con lo que habitualmente se me identifica, evolución de Trazon Tecib, con el que desde el 93 me acerqué al inteligent techno, al ambient , al cyberpunk y a la electrónica experimental, añadiendo oscuridad ya en este siglo. Heredero también de mi paso por ADN y G.O.S. a mitad de los 90s
Fermin Duran en cambio, es “aquello que quiero ser de mayor”. Lo que le corresponde a un músico, pianista y compositor serio, con más de 40 años de experiencia, de formación clásica pero obsesionado desde los 13 años en experimentar, en crear sonidos con sintetizadores, amante del ruido y de la mayoría de vanguardias. Alguien que aunque cercano al underground y a la contracultura, también es amante del arte con mayúsculas. Desde Imhotep a Stockhausen pasando por Goya. Restos de un lirismo que ya mostré en El Vuelo del Avestruz (88-89).
Fermin Duran, Sant Boi de Llobregat, 13 de diciembre de 2022
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